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abril 24, 2005

 

Manual del encuentro con uno mismo.

Me administro una sobredosis de Meg Ryan.

Mi primo-futuro-papá-con-ponchera-paternal-y-todo me prestó el DVD de "Cuando Harry Conoce a Sally".

Cineastas y escritores en ciernes: Imprescindible el Making Off que viene acompañando la película.

No recuerdo un documental que registre tan bien el estilo de la comedia romántica neoyorquina. Ni siquiera los libros de Woody Allen dan tantas claves de cómo la vida propia debe ser traspasada al papel.

Pero vaya sorpresa que me llevo, cuando en el Blockbuster reclamo una copia rayada de Mujeres Infieles que no deja ver el final.
(Al menos pude ver sin ropa a María José Prieto, que era mi objetivo principal, sino el único).

No les quedan copias disponibles, y me ofrecen cualquiera a cambio. Tras una breve, pero intensa, sesión de arqueología de video club, descubro In The Cut, de Jane Campion. Mi abultado disco duro de datos inútiles la registra como la famosa película hot de Meg Ryan.

Me la llevo a la casa.

Y vaya sorpresa.

In The Cut (traducida acá como En carne viva) es uno de esos thrillers eróticos de ambiente enrarecido, en que la historia da lo mismo.

Es el mood el que cuenta el cuento.

Repleta de detalles, y con una cinematografía impresionante, In The Cut tiene las mejores escenas de sexo del cine norteamericano desde los años 80.

Amigos (y especialmente amigas):
No saben lo que puede llegar a ser ver a Meg Ryan de guata en la cama, con Mark Ruffalo besándole allí.

O contándole una historia hot para después terminar sobre ella.

O pidiéndole por teléfono que se toque.

En fin.

Grande Meg Ryan.

Even better than the real thing.

(igual, es lo que hay).
(en todo caso).

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