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agosto 01, 2005

 

¿Quién vive, canalla?

Hoy hablé con Claudio Bertoni por teléfono. Un buen rato. Tratando de convencerlo para que me dé una entrevista para el programa de TV en que estoy trabajando (por el momento no puedo, pero ya contaré detalles).
Después de insistirle a su celular toda la mañana (si, Bertoni, el anacoreta, tiene teléfono portátil), me llamó de vuelta.

Cuando vi su nombre en la pantalla, se me cayó el poco pelo que me va quedando.
Bertoni es un gurú. Sus fotos, sus textos… es lo más cercano al vértigo del rock que he visto y leído en mucho tiempo.
Maestro.
Más temprano que tarde, se me cayó el fan que llevo dentro.
No quiere entrevistas.
Menos para hablar de minas.
Dice que el tema se chacreó.
Que cada vez se convence más que lo suyo es hacer poemas, sacar fotos. Y ya. Basta.
Puta que le encuentro razón.
Puta que lo entiendo.
Si yo hiciera algo que valiera la pena comentar, también me correría.
Es absurda otra opción. Ridículo.
Me carga la gente que habla del asedio como con lata. Es que en el fondo aman el acoso.
Patéticos. Artistoides de tercera. Niñitos “bien” buscando aprobación.

Volviendo a Bertoni.
Desgraciadamente,mi pega es convencerlo de que acceda a conversar frente a la cámara.
“Es como en ese poema…”, me dijo.
Yo pensé “Mi madre...Bertoni me va recitar una weá por teléfono”.
Y continuó:
“Había rosas para ti, había rosas para mi, había rosa para todos… ¿y quién se acuerda de las rosas?”.
O algo así.
Yo me quedé callado.
Mal yo.
Seco él.
Quedamos de hablar mañana.
Me dijo que lo más seguro era que no.
Qué mejor, prefería decirme que no al tiro.
Le dije que lo iba a llamar igual.
Me agrada recuperar la sensación del fan.
Del aprendiz frente al maestro.

¿Le estaré poniendo mucho?.
Debe ser que ando en estado crepuscular.

Chao con el invierno.
Useless.

Estoy durmiendo mal.
Re mal.
Me duele la guata.
Me cae mal todo lo que como.
Me da fatiga.
El otro día fui a un cumpleaños a El Rincón de los Canallas.
Ese donde, para entrar, hay que responder con una contraseña, cuando desde el otro lado te preguntan ¿Quién vive, canalla?.

Adentro, todo el mundo muy loco. Entre las corridas de pisco sour, los jarros de borgoña XL, y los idem de maremoto destructor. Toxic.

La cumpleañera repartía besos en la boca, y perreaba arriba de las mesas.

Me sentí en un flashback, siete años atrás.
Tenía una buena pega, vida social y expectativas de estabilidad. Pero me sentía tan sólo y tan infeliz, como pa’ morirse.

Es como eso del destino circular.
Pero ahora sé para donde van las cosas.
Soy consciente de mi propia infelicidad.
Soy un canalla miserable, pero informado.
¿Quién vive, entonces, canalla?
¿El que sabe o el que no sabe?.
Creo que voy a esperar la respuesta de Bertoni mañana.
Voy a decirle que me gustaría pasarle unas cosas que tengo escritas, unas músicas que no le he mostrado a nadie.
Lo siento mucho, caserita.
Tal vez usted buscaba dulcecito.
Pero la fruta está media podrida hoy.
¿Quién vive, canalla?.
Chile libre, pero triste, canalla.

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