agosto 05, 2005
Tu editor amigo, lolita.

Nunca vuelve a ser lo mismo después que conoces en persona a alguien, del que sólo tenías referencias colectivas, a la distancia.
Dentro de esta lógica, la gente de The Clinic me pareció tremendamente querible.
Esta mañana, les hicimos una nota en la oficina de redacción. Pato Fernández (a sabiendas el director del susodicho periódico) nos sirvió de guía. Se entusiasmó hablando.
Ni siquiera se sulfuró tanto cuando traté de provocarlo.
Hasta me encontré con Ana María, periodista que conocí en mis años Copesa. Hoy, es editora tanto del Clinic, como del nuevo engendro mediático del mismo grupúsculo: El Otro, tamaño tabloide, y quincenal.
Lo primero que llama la atención en la oficina de The Clinic, es que huele profundamente a humo de cigarro.
Sospecho que permanentemente.
Es un quinto piso, frente al Forestal.
Lo paso bien en mi nueva pega. Soy editor periodístico, again. Pero esta vez en serio.
Tengo responsabilidades varias. Por ejemplo, hoy me pidieron que retara a alguien porque estaba demasiado atrasada.
No lo hice, claro.
Pero ya tendré que hacerlo.
El guión del programa me quedó filete.
Pero (pequeño detalle), el nombre aún no está cerrado.
En fin.
Nadie es perfecto.
Ni siquiera tú, preciosa.
Aunque a veces, para mi, lo parezcas.
Ni siquiera ustedes, amigos blogadictos.
Agradezco que me perdonen no permitir comentarios, o más bien no permitir que sean legibles.
En fin (2).
Debo tratar de no decir tanto "en fin".
En fin (3).
(sic)
Hoy es un buen día.
Hay sol.
Dormí bien.
En resumen, es un buen día.
Voy a ir a ver la obra de Jung y Rillón a la noche.
En fin (4)
Nobody is motherfuckin' perfect.
(Yeah).