noviembre 21, 2005
Persona de la zona.
Vaya.
El mundo de la cultura pop nacional, se divide en AZ/DZ.
Antes de la Zona y Después de la Zona.
La Zona de Contacto, ese odiable/adorable/imprescindible/superficial/serio/impresentable espacio semanal en El Mercurio no solo marcó una generación. Sino a varias. Sino a todas.
Debo confesar que mi lado bolchevique no deja de inquietarse.
Pertenezco al grupo. Yo fui (soy) un invento/descubrimiento de la Zona de Contacto. De Fuguet, Bianchi y Valenzuela.
Allí aprendí de periodismo.
Aprendí del oficio de escribir (y como vivir de ello).
Aprendí a pasar por cedazo la cultura pop (y vivir de ello).
Aprendí la sana arrogancia del culto.
Aprendí que ver mucho cine, escuchar muchos discos y/o saber-mucho-de-cosas-que-parecen-banales era el real sentido de la cosa.
Hace doce años, cuando esta cosa partió, no entraba cualquiera.
Había que ser bueno. Saber bastante. Freak pero no trancado.
Había que querer no escribir "como periodista". Era mejor si amabas a Carver, a Woody Allen, habías leído a Fuguet y sabías de rock alternativo. Pero tampoco imprescindible.
Lo más controvertible de todo esto, es que la intelectualité nacional, terminó dividida entre los que pasaron, y los que no pasaron por la Zona de Contacto.
Es fácil encontrarse con gente que aún acarrea la herida de no haber escrito en la Zona "de aquellos años". Un poco resentidos. Mal sentimiento ese. Tóxico. Se nota cuando escriben en contra de Fuguet, criticando el ritmo verbal conciso y vehemente del Nuevo Periodismo, y cuando hablan mal de su película.
Se nota cuando pelan "pero si este gallo no es periodista...", y se aferran a su título profesionarz como Frodo al Anillo. Como si fuera a demostrar que talento tienen. Que no se note, es otra cosa.
Pero de tenerlo lo tienen. ¿Cierto?.
Entiendo el dolor de esa gente "apartada". Gente que no pasó por los talleres de Fuguet y Bianchi. Gente que no participó de esas conversaciones donde existió la oportunidad de hacer girar en trompo la historia de la crónica literaria chilena desde el centro mismo del Ministerio de Información de la Dictadura. Y muchas veces se tomó esa opción. Y finalmente, el curso de las cosas tomó naturalmente esa opción.
Yo les sugiero iniciar su propio movimiento cultural.
Hey.
Una reflexión.
Edwards tiene algo de Goebbels.
Pero el tipo no se ha ido al infierno... por la Zona.
No aún, al menos.
La Zona fue precursora del estilo blog, cuando nadie tenía la más fuckin idea de lo que sería el blog power.
Tanto, que ahora se metamorfoseó en esto:
http://www.zona.cl/
Mucho mejor destino que el rincón escuálido que había merecido durante los últimos años, en la pieza de atrás de un Wikén agónico y casi dopado ideológicamente, de no mediar la cuchara de sus columnistas (Paz, Ayala, Martínez, etc).
Y yo pertenezco a ese grupo de gente. Yo fui un Zono.
Y me cargan los grupúsculos. Los sectarismos. Los clubes.
Me suenan a facho.
Pero ahora que lo veo, el alto flujo y reputación de los libros Disco Duro y Cuentos con Walkman, dan cuenta de un fenómeno cultural.
La Zona ha pasado a la historia, finalmente, como algo parecido a La Mandrágora.
O alguno de esos movimientos culturales.
Como el neorock chileno.
Como la Nueva Canción.
O La Nueva Gráfica (que está bastante emparentada con la Zona)
Y pensar que nos pagaban por ir a reunión. (y no es chiste).
Gracias Tío Agustín por favor concedido.
(sic).
El mundo de la cultura pop nacional, se divide en AZ/DZ.
Antes de la Zona y Después de la Zona.
La Zona de Contacto, ese odiable/adorable/imprescindible/superficial/serio/impresentable espacio semanal en El Mercurio no solo marcó una generación. Sino a varias. Sino a todas.
Debo confesar que mi lado bolchevique no deja de inquietarse.
Pertenezco al grupo. Yo fui (soy) un invento/descubrimiento de la Zona de Contacto. De Fuguet, Bianchi y Valenzuela.
Allí aprendí de periodismo.
Aprendí del oficio de escribir (y como vivir de ello).
Aprendí a pasar por cedazo la cultura pop (y vivir de ello).
Aprendí la sana arrogancia del culto.
Aprendí que ver mucho cine, escuchar muchos discos y/o saber-mucho-de-cosas-que-parecen-banales era el real sentido de la cosa.
Hace doce años, cuando esta cosa partió, no entraba cualquiera.
Había que ser bueno. Saber bastante. Freak pero no trancado.
Había que querer no escribir "como periodista". Era mejor si amabas a Carver, a Woody Allen, habías leído a Fuguet y sabías de rock alternativo. Pero tampoco imprescindible.
Lo más controvertible de todo esto, es que la intelectualité nacional, terminó dividida entre los que pasaron, y los que no pasaron por la Zona de Contacto.
Es fácil encontrarse con gente que aún acarrea la herida de no haber escrito en la Zona "de aquellos años". Un poco resentidos. Mal sentimiento ese. Tóxico. Se nota cuando escriben en contra de Fuguet, criticando el ritmo verbal conciso y vehemente del Nuevo Periodismo, y cuando hablan mal de su película.
Se nota cuando pelan "pero si este gallo no es periodista...", y se aferran a su título profesionarz como Frodo al Anillo. Como si fuera a demostrar que talento tienen. Que no se note, es otra cosa.
Pero de tenerlo lo tienen. ¿Cierto?.
Entiendo el dolor de esa gente "apartada". Gente que no pasó por los talleres de Fuguet y Bianchi. Gente que no participó de esas conversaciones donde existió la oportunidad de hacer girar en trompo la historia de la crónica literaria chilena desde el centro mismo del Ministerio de Información de la Dictadura. Y muchas veces se tomó esa opción. Y finalmente, el curso de las cosas tomó naturalmente esa opción.
Yo les sugiero iniciar su propio movimiento cultural.
Hey.
Una reflexión.
Edwards tiene algo de Goebbels.
Pero el tipo no se ha ido al infierno... por la Zona.
No aún, al menos.
La Zona fue precursora del estilo blog, cuando nadie tenía la más fuckin idea de lo que sería el blog power.
Tanto, que ahora se metamorfoseó en esto:
http://www.zona.cl/
Mucho mejor destino que el rincón escuálido que había merecido durante los últimos años, en la pieza de atrás de un Wikén agónico y casi dopado ideológicamente, de no mediar la cuchara de sus columnistas (Paz, Ayala, Martínez, etc).
Y yo pertenezco a ese grupo de gente. Yo fui un Zono.
Y me cargan los grupúsculos. Los sectarismos. Los clubes.
Me suenan a facho.
Pero ahora que lo veo, el alto flujo y reputación de los libros Disco Duro y Cuentos con Walkman, dan cuenta de un fenómeno cultural.
La Zona ha pasado a la historia, finalmente, como algo parecido a La Mandrágora.
O alguno de esos movimientos culturales.
Como el neorock chileno.
Como la Nueva Canción.
O La Nueva Gráfica (que está bastante emparentada con la Zona)
Y pensar que nos pagaban por ir a reunión. (y no es chiste).
Gracias Tío Agustín por favor concedido.
(sic).
Comments:
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Hey, queremos nombres.
¿A quién te refieres con "resentidos"?
¿De dónde sacaste la palabra 'intelectualité?
¿A quién te refieres con "resentidos"?
¿De dónde sacaste la palabra 'intelectualité?
No puedo sino estar completamente de acuerdo con tu moción, Anonymous...
Queremos nombres!
Partamos por el tuyo...
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